Llega el verano y, por supuesto, empieza la temporada de las piscinas, época de la que la mayoría de los niños disfruta de manera especial. A los niños les encanta acudir a estas instalaciones y son los que más la disfrutan, pero son también los que mayor probabilidad tienen de sufrir un accidente.
Los niños no son conscientes, o al menos no de manera plena, del peligro que suponen algunas actividades, por lo que arriesgan más de lo debido. Además, cuando se les presenta una emergencia o un peligro, no suelen pedir ayuda, sino que agotan sus fuerzas en intentar salir del agua como pueden.
Aquí es donde entra la responsabilidad de los adultos. Se debe prestar atención permanente al niño y no confiarse, aunque el menor sepa nadar. Los especialistas indican que bastan 2,5 cm de agua para que un niño se ahogue.
La Asociación Nacional de Seguridad Infantil propone la regla de los 10/20, es decir, observar la piscina cada 10 segundos y comprobar que en 20 segundos puedes llegar a la posición del niño en caso de que éste se encuentre en peligro.
Pueden darse diferentes situaciones de emergencias, que pasan desde una simple caída o una herida hasta un posible ahogamiento. El primer paso es siempre avisar a personas profesionales, ya sea el socorrista o a los servicios de emergencia.
Las lesiones traumáticas, golpes, resbalones, etc. pueden evitarse con suelos de materiales antideslizantes y evitando la presencia de charcos, pero en el caso de que ocurran se debe comprobar si tiene pulso, conocimiento y si tiene alguna hemorragia.
En caso de presentar una hemorragia, se comprimirá la herida con gasas o alguna prenda de ropa limpia para taponarla, aunque si se presenta en una extremidad, no se deberá taponar y, como último recurso, se realizará un torniquete.
Por otro lado, el peligro más importante es el riesgo de ahogamiento de los menores, ya que se sitúa como tercera causa de muerte a nivel mundial (OMS) y como segunda en España.
En España, según el Informe Nacional de Ahogamientos, 338 personas murieron ahogadas el pasado año, de las cuales 12 eran menores de 3 años y 39, menores de edad. Y, aunque la principal instalación donde se produjeron estas muertes fue la playa, con 136 víctimas (40%), la piscina también contó con 34 personas fallecidas (10%). Cabe destacar, por otro lado, que el 77% de estos sucesos se produjeron en lugares donde no existía vigilancia por parte de socorristas.
Si aun poniendo toda la atención en el niño, se produjese un posible ahogamiento se debería proceder de la siguiente manera:
- Sacar al niño del agua
- Pedir ayuda, manteniendo la calma
- Verificar si el niño respira y tiene pulso
- Si no lo presenta, iniciar masaje cardíaco con la palma de la mano sobre el esternón y la otra mano encima. Aproximadamente se harán unas 60 compresiones por minuto.
- Si lo presenta, colocar al niño en Posición Lateral de Seguridad y no intentar extraer el agua que haya podido tragar
Las piscinas deben contar con un botiquín para estas emergencias, pero si la piscina pertenece a una casa unifamiliar, aunque no existe legislación al respecto, sería ideal contar con un botiquín con material básico:
- Agua oxigenada y alcohol
- Povidona yodada o clorhexidina para desinfectar heridas
- Gasas estériles para tapar posibles heridas o desinfectarlas
- Vendas elásticas o crepé para contusiones o golpes
- Esparadrapo
- Suero salino
- Crema para picaduras de insectos
- Apósitos
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